Fabero es uno de los mejores representantes del Bierzo minero. La ruta minera hace un recorrido por el verde de sus montañas y el negro del carbón, que se mezclan para dar lugar a un original paisaje. Su origen agrícola y ganadero fue dejando paso a la actividad minera que terminó convirtiéndose en el motor de vida de este municipio.

Como testimonio de este pasado, queremos brindar a nuestros visitantes la posibilidad de acercarse a este patrimonio histórico. En el que descubriremos como a partir de 1850 con la llegada del carbón de antracita, este lugar se transformaría en un importante núcleo económico y demográfico con numerosas minas en explotación.

Nuestro recorrido se ha hecho pensando en la fácil accesibilidad a las mismas, y basándonos en su emplazamiento territorial. Hacemos hincapié en aquellas por las cuales se puede hacer un recorrido, y en las cuales aún quedan restos bien conservados.

MINA DE NEGRIN

Es la primera instalación minera que encontraremos si nuestro acceso ha sido por la C–711. Después de haber pasado Vega de Espinareda y una parte de la localidad de Sésamo «La Barraca de Sésamo» accedemos a Fabero. En su entrada, en un pequeño altozano, divisamos una plazoleta con enormes garajes, espacios abiertos, su impresionante economato que todavía mantiene sus estanterías y un mostrador que discurre a lo largo de la estancia. Las viviendas mineras se encuentran en la parte alta de estos edificios, algunas en mejor estado de conservación que otras, pero todas ellas mantienen perfectamente reconocibles sus diferentes divisiones.

En pequeño paseo nos acercará hasta un amplio espacio donde contemplaremos su lavadero, salas de máquinas, antiguas oficinas, así como su escombrera hoy recuperada. En una de ellas, se encuentran localizado un comprensor y máquina de arrastre. Todo ello emplazado en un entorno natural muy bello.

MINA ALICIA

Nuestro recorrido continua por la misma carretera, donde localizamos las primeras viviendas y llegamos hasta la estación de servicio. Frente a la misma, parte un camino que nos conduce a nuestra segunda explotación minera. Esta explotación está rodeada de un paraje agreste y allí nos encontramos con su lavadero.Fue utilizado para lavar el mineral procedente de otras explotaciones. Conserva todo su entorno típicamente minero, como pueden ser las duchas, boca-mina, edificios de oficinas, etc.

ANTRACITAS DE FABERO

La mina más emblemática de toda la zona y que en su día tuvo una importante plantilla de trabajo. Las primeras partidas de antracitas de la Cuenca de Fabero destinadas a la comercialización fueron extraídas de las minas “julias”. En 1928 se corta la 1ª capa por un pozo vertical de 110 metros de profundidad en el grupo “pozo” (actual pozo Viejo) en concesiones arrendadas por D. Diego Pérez Campanario, fundador de la emblemática “Antracitas de Fabero, S.A.”

Podemos visitar las instalaciones haciendo nuestro recorrido en dos direcciones:

  • Una siguiendo la carretera hacia Otero de Naraguantes, donde encontraremos el Pozo Julia, y allí en su Plaza lo primero que nos encontramos es el castillete de hierro que se erige todavía orgulloso y desafiante ante el paso del tiempo, la sala de comprensores, las antiguas viviendas, sus duchas, un poco más allá su inmenso lavadero e incluso se conserva parte de la vía de la maniobra
  • La otra dirección nos lleva a Lillo del Bierzo, en el pozo viejo podemos contemplar ese primer castillete que bajaba los 110 metros en vertical y toda una infraestructura minera a su alrededor, donde se centraba el almacén, economato, talleres y viviendas de parte del colectivo de los mandos técnicos que dirigían la mina.

MINAS DE MARRÓN

Emplazadas en Lillo del Bierzo y se encuentran los últimos vestigios mineros de esta explotación, que en su día también constituyó un importante centro de explotación carbonífero.

EXPLOTACIONES A CIELO ABIERTO

Hace dos mil años la minería constituyó para el mundo romano una importante fuente de riqueza, en el mundo actúal las explotaciones a cielo abierto constituyen una realidad industrial que a veces se convierten en algo insólito, esto es lo que le sucede a la “GRAN CORTA” de Lillo del Bierzo. Un paisaje anecdótico se abre ante nuestros ojos, como resultado de ese movimiento de tierras que posteriormente se recupera para que la naturaleza pueda seguir su curso.