La ruta de los castros recorre una zona de valles estrechos, con pueblos de aire medieval que nos hablan de un pasado de asentamientos astures, plagada de castros pre-romanos, entre los que cabe destacar EL CASTRO DE CHANO, excepcional yacimiento arqueológico, localizado en el pueblo del mismo nombre, en el que se ha logrado conservar y preservar el paso del tiempo.
EL CASTRO DE CHANO
El valle de Fornela atesora uno de los castros más importantes de la Península, el Castro de Chano, debido a su excelente estado de conservación y sus dimensiones, y que descubriremos en esta ruta de los castros.
Se encuadra dentro de la cultura castreña, donde los elementos célticos están muy presentes. El asentamiento estuvo poblado por los astures durante el cambio de era, desde el siglo I a. C. hasta la primera mitad del siglo I d.C.
El castro de Chano estuvo oculto y protegido durante siglos por el terreno cedido de la ladera, hasta que en 1989 se inician las labores arqueológicas de recuperación. La muralla exterior acoge un total de dieciséis edificaciones y tres fosos, siendo uno de los castros más grandes descubiertos.
Las viviendas fueron construidas con materiales propios del entorno: piedra, paja, madera, destacando la presencia de lajas de pizarra. Con un espacio interior de apenas 5,5 metros de diámetro, tenían un uso principalmente doméstico.
Las creencias se plasman a través de sus símbolos, de clara influencia céltica. El círculo es un elemento recurrente así como los elementos de la Naturaleza: la tierra, el aire, el fuego y el agua. A pesar de su aspecto rudo y austero, se les asigna una fuerte capacidad oratoria y un sentido supremo de la libertad.